Cuando se encuentra a una temperatura superior a los 100°C, el bioasfalto puede usarse para recubrir agregados de minerales. A entre -20º y 60ºC mantiene su viscoelasticidad (exhibe tanto propiedades viscosas como propiedades elásticas al deformarse), por lo que asegura la cohesión de la estructura granular de los agregados, al tiempo que soporta sus esfuerzos mecánicos o su estrés.
Ahora mismo, están en marcha una serie de pruebas para analizar el comportamiento del bioasfalto a través del tiempo, así como estudios de la relación de su efectividad-coste, antes de que se hagan futuras pruebas a gran escala.
La innovación podría suponer una opción posible para la industria de la construcción de carreteras, actualmente totalmente dependiente del petróleo. Los tipos de bioasfaltos desarrollados hasta el momento se habían basado en aceites de origen agrícola (que podrían ser necesario para la alimentación humana) o en derivados de la industria del papel, mezclados con resinas con el fin de mejorar sus propiedades viscoelásticas. Las microalgas son una opción atractiva, pues su cultivo no requiere del uso de las tierras cultivables.
Recientemente, surgió otra alternativa para hacer las carreteras más ecológicas: utilizar, en las mezclas asfálticas y sellantes, una molécula vegetal llamada lignina, con el fin de reducir el uso del bitumen, que es un subproducto de la producción de petróleo crudo que se usa sobre todo para pavimentar carreteras y calles.